jueves, 30 de octubre de 2014

La historia de Yo

LA HISTORIA DE YO


Érase una vez un niño normal que vivía y jugaba con sus compañeros de escuela. Sus compañeros de escuela eran Tu, y Él, con los que compartía una estrecha relación.
Tu era divertido y el jefe de la pandilla, y era el que dirigía los juegos porque era el que tenía más iniciativa. Él era un chico bastante marginado, solo y callado, que también compartía ratos de juegos con Yo.
Yo creció poco a poco y así pasó a tener unos doce años cuando se peleó con Tu. No era una de esas peleas normales, sino que duraba días y días. Tu reunió a sus amigos para pegar a Yo, y éste se marchó de la pandilla.
Él, que lo había visto todo se quedó igualmente, ya que sabía que le pegarían si se iba.
Yo estuvo un tiempo solo expresando sus ideas, que fueron machacadas por sus adversarios. Pero al final un amigo apareció, se llamaba Altr, y también le gustaba hablar de filosofía. Los dos juntos intentaron revolucionar el pensamiento de sus compañeros del colegio junto con Juno, que no estaba muy de acuerdo.
Al final, Yo fue llamado al despacho del director Mayor.
El director le dijo que dejara de difundir sus ideas y se centrara en sus estudios. Muchos apoyaban a Yo, como Ben o Ralt, y éste no tenía miedo y le dijo al director que había sacado buenas notas y que la libertad de expresión era un derecho, y muchas cosas más.

Al cabo de unos años Yo estudió filosofía en la ciudad de Nosotros, y allí conoció a Mi. Después de terminar la carrera de filosofía, Yo se puso a formar un partido al que llamaría Los Pronombres Unidos, y ganó las elecciones. Se puso a cambiar el mundo, ése era su sueño, y lo sabía.

Cuando ya tuvo cincuenta años y había salvado unos cuantos países y  se había casado con Mi, se retiró a escribir libros. Les explicó a sus hijos, Ella y Mo, las historias de los que no le habían creído y los que lo habían tomado por loco.
Años después, a punto de morir, las últimas palabras de Yo fueron:
“Recordad todos, habéis venido para hacer de éste un mundo mejor, y no hagáis caso a los que os toman por locos, y no digáis demasiado rápido la palabra <<loco>>”

Y así terminó la larga vida de Yo, corta para ti que la has leído, pero larga para él.

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